Este domingo se celebra el día mundial del Ictus y por ello le vamos a dedicar el artículo de esta semana. Anteriormente ya hablamos de esta enfermedad en su relación con la fisioterapia y la necesidad de realizar tratamiento en este sentido ya que una de las afecciones tras el ictus son problemas motores.

El ictus sigue siendo la primera causa de muerte en las mujeres y la principal causa de discapacidad en Europa. Concretamente en España, según datos extraídos del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2020-2021, la enfermedad cerebrovascular afecta al 1,5% de personas, aunque a partir de los 65 años afecta a seis de cada cien y, a partir de los 80 años, a diez de cada cien. Esta cifra irá en aumento en los próximos años ya que entre otros factores la población tiene más esperanza de vida.

A modo de definición diremos que el Ictus es un trastorno de la circulación cerebral, de instauración brusca, debida a una oclusión arterial en el ictus isquémico (en aproximadamente el 85% de los casos) o a una rotura de la misma en el ictus hemorrágico. Un diagnóstico y tratamiento precoces son decisivos para mejorar la supervivencia y posibilidades de recuperación del paciente que sufre un ictus.

Un deterioro cognitivo es una afectación que produce una alteración en el aprendizaje, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas, cálculo o toma de decisiones. Dicho deterioro se produce ya que no cumple con los estándares que tendrían que corresponder por edad y situación social de la persona. Además también pueden presentarse dificultades de concentración o cambios en el comportamiento o estado de ánimo, pérdida de motivación y desorientación.

En el caso de los pacientes que han sufrido un ictus suelen presentar dificultades en la velocidad de procesamiento, apatía o problemas de atención. Como no se tendrían tantos problemas de memoria propiamente dicha, la dificultad de un correcto diagnóstico aumenta y muchas veces no se detecta rápidamente.

Uno de los aspectos más determinantes en la aparición de dificultade cognitivas producidas por un ictus o daño cerebral es la localización en el cerebro de la oclusión arterial o rotura. El tamaño no determina en este caso las consecuencias, sino más bien el hecho de estar situado en un punto estratégico. Por ejemplo, lesiones en áreas como el tálamo, ganglios basales izquierdos, sustancia blanca frontal o áreas asociativas como la corteza parietal derecha son las zonas típicas para el desarrollo de dificultades cognitivas.

Según un estudio publicado en la revista Stroke y realizado por la American Heart Association,  más de la mitad de los supervivientes de ictus pueden sufrir deterioro cognitivo en el plazo de un año tras el ictus (sobretodo durante las dos primeras semanas), y 1 de cada 3 corre el riesgo de desarrollar demencia en el plazo de 5 años.  Cuando el deterioro es leve, un 20% recpera totalmente las funciones cognitivas (sobretodo en los primeros 6 meses).

En INA Memory contamos con un equipo multidisciplinar en el que se encuentra neuropsicólogos que realizan neurorrehabilitación y estimulación cognitiva para personas que han sufrido un ictus u otro tipo de trastorno o enfermedad.

Fuentes:

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