Este domingo se celebra el día internacional de las personas cuidadoras y por ello queremos darle el lugar que se merece a este sector de la población muchas veces olvidado.
Cada vez la esperanza de vida es más elevada, las personas vivimos más y como consecuencia sufrimos más enfermedades. Cuando se padece una enfermedad cerebrovascular, un ictus, o una demencia, se producen una serie de cambios tanto a nivel cognitivo, como también a nivel conductual, emocional y motor. En ciertas ocasiones se tratará de una ayuda temporal, puesto que la persona se recupera poco a poco, pero en otras ocasiones se convierte en una extensión del enfermo puesto que esta dependencia existirá siempre y hasta irá en aumento.
Esta falta de autonomía requiere un proceso de adaptación por parte de ambos, también del cuidador. El sentimiento de “pérdida” de la persona enferma que no volverá a ser el que era, el cambio de rol, el estrés del día a día junto con el aislamiento social puede provocar en ciertas ocasiones una sobrecarga tanto física como emocional que derive en lo que conocemos como el Síndrome del Cuidador.
SÍNDROME DEL CUIDADOR
La persona que desempeña un rol principal de una persona dependiente muchas veces está en los márgenes. En la sombra. Pero hay que tener en cuenta que no solo se ve afectada la persona que sufre un daño o enfermedad cerebral, sino que TODO el entorno se ve afectado. Se produce una situación nueva, continuada en el tiempo que puede acabar en agotamiento físico y psíquico.
Este agotamiento viene después de responsabilizarse por completo de la vida del afectado (medicación, visitas, higiene, alimentación…), perder su propia independencia, desatenderse a él mismo (abandonar aficiones, ocio, amistades…)
SÍNTOMAS:
Básicame hay un agotamiento tanto físico como mental. También habrá cambios de humor repentinos, depresión y ansiedad, trastornos de sueño y alteraciones de apetito y de peso. También pueden existir conductas abusivas de consumo de tabaco o alcohol, aislamiento social, problemas laborales y dificultades cognitivas (problemas de memoria, atención…).
CONSEJOS:
Y es que el tiempo NO lo cura todo. Muchas veces ocurre lo contrario. Por ello es importante cuidarse para cuidar. Es importante saber que existe este “problema” y que no desaparecerá. Seguirá allí siempre. Aceptar esta situación es el paso más importante para poder seguir adelante.
A partir de aquí es necesario NO ser la única persona encargada del enfermo. Es necesario que exista más cuidadores o personas que ayuden. HABLAR, HABLAR Y HABLAR. Comunicar nuestro estado, nuestros pensamientos y emociones a las personas de nuestro entorno hace que sean conscientes de su situación y puedan ayudar. Por supuesto es necesario tener hábitos de vida saludable (deporte, alimentación…), evitar consumo excesivo de alcohol y tabaco, mantener alguna afición, tener ciertos momentos de ocio para poder coger aliento y seguir. Favorecer en la medida de lo posible una adaptación del entorno sobre el enfermo e intentar tener una actitud positiva.