El nervio vago, también conocido como el décimo par craneal, es uno de los nervios más importantes del sistema nervioso parasimpático y se encarga de diversas funciones sensoriales y motoras en el cuerpo. Este nervio destaca por ser el que más se extiende, alcanzando el cuello, el tórax y el abdomen, y tiene un papel crucial en el control de órganos vitales como el corazón, los pulmones y el sistema digestivo. A continuación, se describe en qué consisten los nervios craneales, y luego se profundiza en las funciones y características específicas del nervio vago.
Los nervios craneales
Los nervios craneales son un grupo de 12 nervios que se originan directamente en el encéfalo y se distribuyen por distintas partes del cuerpo. Se clasifican en grupos según su origen en el encéfalo: algunos surgen del tallo cerebral, otros del mesencéfalo, puente de Varolio o bulbo raquídeo. Estos nervios controlan diversas funciones motoras, sensoriales y autonómicas en la cabeza, cuello y órganos internos.
¿Qué es el nervio vago?
El nervio vago es el décimo de los nervios craneales y representa aproximadamente el 75% de las fibras nerviosas del sistema nervioso parasimpático. Su nombre, «vago», hace referencia a su amplio recorrido por el cuerpo. Este nervio nace en el bulbo raquídeo y desciende por el cuello hacia el tórax, donde interactúa con varios órganos y tejidos. Es fundamental para funciones como la regulación del ritmo cardíaco, la digestión y la respiración, además de intervenir en la motricidad de la laringe y la sensibilidad en los oídos y otros órganos.
Conexiones con otros nervios
El nervio vago intercambia fibras con otros nervios importantes, como el nervio accesorio, el glosofaríngeo, el facial, el hipogloso, el simpático, y los nervios espinales y frénico. Esta interacción le permite influir en una amplia gama de funciones corporales.
Cómo estimular el nervio vago
El nervio vago puede ser estimulado a través de diversas técnicas que ayudan a activar el sistema nervioso parasimpático, promoviendo un estado de relajación y reduciendo el estrés. Entre las formas más comunes de estimularlo están la respiración profunda y controlada, especialmente la respiración diafragmática, que puede reducir la frecuencia cardíaca y mejorar la digestión. Otras técnicas incluyen la meditación, el yoga, el ejercicio físico moderado, y la exposición al agua fría. También se ha investigado el uso de dispositivos de estimulación eléctrica del nervio vago para tratar afecciones como la epilepsia, la depresión y la ansiedad, debido a su capacidad para regular el equilibrio entre los sistemas simpático y parasimpático del cuerpo.