Siguiendo con las celebraciones anuales, mañana se celebra el día de la psicología, y por ende el artículo de esta semana hablaremos de la corriente más antigua del aprendizaje: el conductismo. En él veremos sus características y los autores más relevantes (Skinner, Pavlov, Watson)

El conductismo es una de las corrientes psicológicas más antiguas (principios del siglo XX). Esta corriente buscaba la demostración que la psicología sí era una ciencia y por lo tanto únicamente se centra en aquello observable (deja de lado los elementos internos de la persona).

Los conductivistas piensan que el aprendizaje se adquiere mediante REFUERZO y CASTIGO. Cuando algo se realiza de forma adecuada se obtiene un refuerzo (premio) y en cambio cuando el aprendizaje es erróneo se castiga (puede ser simplemente no dándole el refuerzo).

Dentro de esta corriente podemos destacar a: Burrhus Frederic Skinner, Edward Thorndike y John B. Watson.

CONDICIONAMIENTO CLÁSICO

Un claro ejemplo es el condicionamiento clásico de Ivan Pavlov, o más conocido como “Perro de Pavlov”. En él Pavlov mediante el siguiente experimento quería demostrar que las personas o animales aprenden mediante la asociación estímulo y respuesta, generando posteriormente un aprendizaje condicionado, en el que un estímulo neutro (campana) genera directamente una respuesta (salivación).

En el experimento Pavlov administraba comida a los perros después de tocar una campana. Con el tiempo los perros aprendieron a asociar el sonido de la campana con la aparición de comida y entonces salivaban. Con el tiempo Pavlov vio que tan solo haciendo sonar la campana el animal ya salivaba, aún sin ver la comida.

CONDICIONAMIENTO OPERANTE

El condicionamiento operante se basa en la idea de que el comportamiento de una persona es moldeado por las consecuencias que le sigue. Las consecuencias de un determinado comportamiento (positivas o negativas), influirá en la probabilidad de que ese comportamiento se repita o no en el futuro.

El experimento más conocido de Skinner es el que se conoce como “La caja de Skinner”. Skinner quería demostrar mediante el siguiente experimento que las personas (y animales) aprenden mediante un refozador positivo (palanca). Probablemente seguirán actuando de la manera en la que lo hacen si las consecuencias son positivas. En cambio dejaran de hacerlo si las consecuencias son desagradables.

El experimento estaba protagonizado por una rata en un caja. Si la rata presionaba una palanca, automáticamente recibía comida (refuerzo positivo), este hecho aumentaba considerablemente la probabilidad de repetición una vez lo aprendía. Se aprende a partir de las cosnecuencias de los actos de un animal (o de nosotros).

El condicionamiento operante se basa por tanto en la Ley de efecto-refuerzo¨, según la cual el comportamiento que es reforzado tiende a repetirse. Más adelante incluyó el refuerzo negativo para desaprender lo aprendido y también dejar de ofrecer la recompensa. 3 elementos por lo tanto: REFUERZO, CASTIGO y NEUTRO. Mediante estos 3 elementos uno se va situando en el entorno.

PEQUEÑO ALBERT

Por último vamos a destacar a John B. Watson y su experiemento llamado “Pequeño Albert”. La ética de este experiemento se vería muy cuestionada en la actualidad, pero en 1920, las cosas eran diferentes. Watson junto férrimo seguidor de la teoría sobre el condicionamiento clásico de Pavlov quería junto con Rosalie Rayner trabajar el  condicionamiento de la reacción de miedo en un niño de nueve meses de edad, el pequeño Albert. Para ello acercaban a Albert, una rata blanca. Al principio no le tenía miedo, pero en el momento en que a la vez que aparecía el animal se hacía sonar una barra metálica (previamente se había comrpobado que sí temía), Albert lloraba. Después de algunos intentos y unos meses después, Abert con solo ver a la rata ya lloraba. Por lo tanto se había cumplido el condicionamiento clásico de Pavlov. Watson además quiso comprobar si el miedo podía transferirse a elementos similares al inicial (rata). Y la respuesta fue afirmativa ya que al cabo de un tiempo se le enseñó animales y objetos similares: un conejo, un perro o un abrigo de piel. El niño empezó a llorar sin necesidad de hacer sonar la barra de metal.

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