El cerebro humano es un órgano increíblemente complejo y esencial para todas las funciones cognitivas y ejecutivas, orquestando también las demás funciones corporales. A pesar de su complejidad y de la creencia común de que cada área cerebral tiene una función específica, el cerebro tiene una capacidad notable para adaptarse a daños o anomalías. Este artículo explora casos reales donde personas han vivido sin partes significativas del cerebro, ilustrando la impresionante capacidad del cerebro para reorganizarse y continuar funcionando.
Uno de los casos más conocidos es el de Phineas Gage, un obrero que en 1848 sufrió un accidente que hizo que una barra de metal atravesara su lóbulo frontal. Aunque sobrevivió y se recuperó, su personalidad cambió drásticamente, convirtiéndose en una persona irascible e impaciente. En otro caso más reciente, una mujer de 24 años en China descubrió en 2014 que no tenía cerebelo, una región crucial para el control motor. A pesar de algunos problemas de coordinación, ella vivía una vida relativamente normal, demostrando que el cerebro puede adaptarse a la ausencia de regiones enteras. En el caso de los niños con epilepsia severa, a veces se recurre a la hemisferectomía, donde se extirpa un hemisferio del cerebro. Sorprendentemente, estos niños pueden desarrollarse bien, aprendiendo a hablar y moverse con fluidez.
Esto es posible gracias a la plasticidad neuronal, la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a nuevas circunstancias, particularmente activa durante la infancia. La neuroplasticidad permite al cerebro modificar su estructura y funciones en respuesta a la experiencia y el aprendizaje, siendo clave en la adaptación y recuperación tras daños significativos. La plasticidad neuronal se presenta en dos formas: estructural y funcional. La plasticidad estructural implica la creación y eliminación de conexiones neuronales en respuesta a nuevos aprendizajes y la liberación de espacio para nueva información. La plasticidad funcional permite al cerebro trasladar funciones de áreas dañadas o ausentes a otras regiones.
Estos ejemplos y mecanismos subrayan la extraordinaria capacidad del cerebro para adaptarse y sobrevivir en condiciones extremas. Aunque la investigación sobre estos fenómenos continúa, es claro que la plasticidad neuronal y la distribución funcional son claves para entender cómo es posible vivir sin una parte del cerebro.